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GUADALAJARA, PROVINCIA DERRUIDA (UNA ESCUETA APROXIMACIÓN HISTÓRICA)

Me pregunto por qué el progreso se ve más que la
destrucción. John Steinbeck.

La provincia de Guadalajara ha sufrido diversas modificaciones hasta llegar a su límite geográfico actual. Después de la Constitución de Cádiz de 1812, se intenta crear un nuevo régimen en el que todas las provincias tengan las mismas obligaciones, creándose las Diputaciones Provinciales en 1813. No fue hasta el trienio liberal (1820-1823), cuando en 1822 se aprueba la división provisional en 52 provincias, para las actividades administrativas, gubernativas, judiciales y económicas, según criterios de igualdad jurídica, unidad y eficacia. Esta reforma nunca entró en vigor, por la restauración del absolutismo.

 

 Retablo arriácense, 1977.  Obra de Victor de la Vega. Óleo sobre lienzo. Colección Cajasol. Foto politiquea.

Tras el fallecimiento de Fernando VII, el líder de gobierno Francisco Cea Bermúdez, a través de su Secretario de Estado de Fomento, Javier de Burgos, creó un Estado centralizado, dividido en 49 provincias, mediante circular en noviembre de 1833. Sobre la base de la división de 1822, que permanece casi inalterada hasta la actualidad. En aquella división Guadalajara junto con Ciudad Real, Cuenca, Madrid y Toledo integraban la región conocida como Castilla la Nueva. Hoy en día la región se denomina Comunidad Autónoma de Castila-La Mancha y está formada por Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo.

En este trabajo intentaré describir lo que nos queda del patrimonio histórico en la provincia de Guadalajara, reflejando como dicen los especialistas la falta de planificación en esta materia a lo largo de los siglos, también como consecuencia de ser, esta tierra, territorio fronterizo, y haber sufrido grandes contiendas bélicas que han arrasado todo a su paso. Desde la entrada en el 711 de los musulmanes, Guadalajara junto con Alcalá de Henares, Medinaceli, Calatayud, Tarazona y Tudela, era la línea fronteriza con los territorios cristianos del norte, la frontera media de Al-Ándalus, constantes eran las incursiones de uno y otro bando lo que configuró un territorio con muchos pueblos y pequeños para defenderse mejor, por ese motivo estamos en la provincia con más castillos, atalayas y otras defensas, no solo de España, si no de Europa por metro cuadrado, con más de 50 castillos.

Muchos de ellos se derrumbaron o se reutilizaron sus materiales cuando dejaron de ser necesarios para la función para la que fueron construidos. Otros se destruyeron como consecuencia de los conflictos bélicos ocurridos en la provincia como, la batalla de Brihuega tuvo lugar el 8 de diciembre de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española, la invasión napoleónica entre 1808 y 1814, que a la provincia de Guadalajara afectó especialmente en las batallas libradas por Juan Martín, el Empecinado, que a su huida de las tropas francés quemaba y destruía todo aquello que pudiera servir de cobijo a los franceses que a su vez hacían lo mismo. Posteriormente durante la Guerra Civil española de 1936 a 1939, fueron numerosos los altercados ocurridos en la provincia, donde hubo un frente permanente, destacando la Batalla de Guadalajara ocurrida hace 80 años, desde el 8 de marzo al 23 de marzo de 1937.

El periodo conocido como Prehistoria se extiende hasta el 3000 a. de C., momento en el que surge la escritura. La provincia de Guadalajara ha estado habitada desde tiempos inmemoriales, los primeros vestigios los encontramos en la Cueva de los Casares, en la Riba de Saélices, del paleolítico. Su conservación es buena, ahora se encuentra protegida por la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Pero no siempre fue así, durante la Guerra Civil española, debido a la poca importancia que los vecinos dieron a la cueva y a los grabados, muchos de ellos fueron deteriorados, realizándose pintadas y tallándose firmas sobre ellos. Anteriormente, ya que sobre la entrada de la cueva se encuentra una torre de vigilancia árabe, fueron estos soldados los primeros en visitarla y dejar marcas de su paso por ella. Contiene un gran número de grabados del Paleolítico Medio, alrededor de 200 y también unas pocas pinturas muy deterioradas. También se encuentran grabados de animales escasamente representados en otros lugares, como puede ser el de un glotón. Esta cueva es famosa por albergar unas series de grabados, de los que se piensa que pueden ser la primera representación de la reproducción humana. Destacando entre ellos actos y estados tales como la cópula (una de las tres representaciones que se conoce en el arte paleolítico), el embarazo, el parto y la vida familiar. En peor situación se encuentra la Cueva de la Hoz, periodo magdaleniense, también en Riba de Saélices, que tiene trazas de arte rupestre y que no goza de la misma protección.

Durante el Neolítico aparece la piedra pulimentada como instrumento de uso, la cerámica, el textil y los ritos funerarios. Restos de ese periodo encontramos en la Peña Escrita, en Canales de Molina. Se encuentran sin consolidar y fuera del acceso al público.

De la Edad del Bronce tenemos los primeros poblados, el de la Loma del Lomo en Cogolludo, el de la Muela en Alarilla o el de Mojares. Igualmente sin un plan de consolidación y acceso al público.

En la Edad del Hierro, encontramos en la provincia numerosos castros, en Riosalido, Santamera, Pelegrina, Coronilla de Chera, la Cava del Luzón, Castilviejo de Guijosa o Peña Moñuz, de los que en la actualidad los trabajos arqueológicos llevados en ellos, permiten visitar el del Ceremeño en Herrería y el de Castro de los Rodiles en Cubillejo de Sierra.

La Edad Antigua, periodo que abarca desde el 3000 a. de C. hasta el 476 de nuestra era, año de la caída del Imperio Romano. De la etapa celtibérica, se conservan pocos restos, y en estado de abandono. A pesar de ser muchos los lugares con restos de asentamientos. El cronista provincial Antonio Herrera Casado destaca, Higes, Valdenovillos, El Rebollar en Alcolea de las Peñas, Tordelrábano, Altillo de Cerropozo en Atienza, El Atance, hoy bajo las aguas de un pantano, La Olmeda de Jadraque, Carabias, Prados Redondos en Sigüenza, Guijosa, Estriégana, Los Castillejos en Pelegrina, Aguilar de Anguita, Torresaviñan, Villaverde del Ducado, Luzaga, Padilla del Ducado, Hortezuela de Océn, Chera o La Yunta.

La ocupación por el imperio Romano de la provincia fue dura, con muchas guerras, lo que supuso para la destrucción del patrimonio celtíbero. Tampoco se conserva mucho de la ocupación romana, restos de un campamento en Anguita, denominado la Cerca. Algunos restos de la antigua Segontia, actual Sigüenza, y el descubrimiento de Caraca, en una colina de Driebes, que ha sido cultivada durante siglos, sobre la que se construyo una ermita.

La Edad Media abarca desde el 476 al 1492, año del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Apenas han quedado restos del dominio visigodo en la provincia más allá de algunas necrópolis como la de Guadalajara en la zona de la Estación.

Los restos más importantes son los de la antigua ciudad visigoda de Recópolis en Zorita de los Canes, fundada por el rey Leovigildo en el 578. Destacan la construcción de una basílica, de la que se conservan unos lienzos y un gran palacio, del que solo se pueden ver los cimientos. Sus materiales sirvieron para la construcción del Castillo adyacente, no obstante en la actualidad se ha consolidado como parque arqueológico y se puede visitar, cuenta con un centro de interpretación.

La huella más importante de este periodo es la dejada por los árabes,  durante los siglos VIII al XI, cuando la provincia pasa a dominio de los reyes cristianos con la toma de Toledo por Alfonso VI en el 1085. Dada su condición de zona fronteriza, Marca Media de Al-Ándalus, marcada por su actividad militar, se construyeron numerosas fortificaciones y castillos, algunos se conservan con modificaciones efectuadas posteriormente.

El principal bastión era la ciudad de Guadalajara, con su alcázar, torres y perímetro amurallado. A nuestros días han llegado los restos de un aljibe hoy tapados por la construcción del Instituto de Enfermedades Neurológicas. Numerosos restos encontrados en la urbanización del barrio de cacharrerías emplazado a continuación del Alcázar en su cara norte. Del Alcázar decir que los restos son escasos, ya que se reedificó, destruyo y volvió a levantarse en numerosas ocasiones. Su estado actual es consecuencia de los bombardeos sufridos durante la guerra civil española.

También son de esta época los castillos de Hita, hoy desaparecido, lo que queda de las murallas de este mismo pueblo y su puerta de entrada restaurada recientemente. El de Jadraque en proceso de restauración, aunque visitable, el de Atienza, del que solo queda una torre. El castillo de Sigüenza, aunque de origen árabe, fue reedificado tras la ocupación cristiana. En la misma ciudad de Sigüenza, camino de Soria, estaba la Torre de Séñigo, derruida como consecuencia del estado de abandono en los albores del siglo XXI. Siguiendo por el camino a Soria en Alcolea de las Peñas, se encuentra una cárcel árabe escavada en una gran roca.

En el valle del Jarama nos encontramos con el derruido castillo de Uceda, del que se mantenía en píe hasta los años 90 del siglo pasado parte de un lienzo de la torre del homenaje. En el Valle del Sorbe, tenemos restos de otros castillos, en el término de Humanes, el de Peñahora; en Beleña, el Torreón de Membrilera y las Atalayas de Alcorlo y de Gascueña de Bornova, de todo quedan escasos restos.

En la zona de Molina de Aragón, tenemos el castillo, la torre de Aragón, sometida a restauración se encuentra visitable y sus murallas, completadas con la ampliación en época cristiana. También es seguro el origen árabe del Castillo de Zafra en Campillo de Dueñas, aunque la edificación actual corresponde a Don Manrique de Lara en siglo XII, en la actualidad en manos privadas, está restaurada la torre de homenaje.

En la Alcarria aunque no quedan restos se tiene constancia de la existencia de un gran castillo en Almoguera dada la importancia que tuvo en época musulmana ese territorio. De esta fortaleza nos queda constancia su ubicación y una grotesca restauración, que con mobiliario infantil a reconvertido un lugar histórico en espacio de recreo infantil.

Parecida suerte ha corrido el patrimonio cristiano de la época, aunque han sido restauradas con éxito algunas iglesias románicas, la mayoría de los monasterios se encuentran en mal estado, salvando el de Córcoles, Santa María de Monsalud, restaurado en parte y visitable. Los monasterios románicos de Santa María de Óvila en Trillo, de San Salvador en Pinilla de Jadraque, o de Santa María de Bonaval, se encuentran semiderruidos o como el caso del de Óvila, repartido entre Trillo y un parque de la ciudad de San Francisco en EE.UU. Las iglesias románicas de San Simón en Brihuega, Nuestra Señora de la Varga en Uceda, de la Asunción en Villaescusa de Palositos, de Querencia en Sigüenza, de San Pedro en Villacadima, están todas abandonas, expoliadas y semiderruidas.

Del patrimonio industrial cabe destacar las minas romanas de plata en Hiendelancina, cerradas y no visitables.

La Edad Moderna comprende el periodo de tiempo que transcurre entre 1492 y la revolución francesa en 1789. No por ser más próximo en el tiempo se ha conservado mejor el patrimonio, durante esta etapa y como consecuencia de distintos conflictos bélicos y el abandono de los pueblos, se ha perdido importante patrimonio.

De este momento data la construcción del Palacio del Infantado, máximo exponente, incluso a nivel nacional del estilo gótico isabelino con elementos renacentistas. Su incendio durante la guerra civil española (consecuencia del bombardeo efectuado por la Legión Cóndor nazi afín a los golpistas) nos dejó sin los famosos artesonados mudéjares del interior del edificio, de la sala de linajes y el palacio derruido. El Palacio de Dávalos fue derruido dos veces, primero en su antigua ubicación en la calle Mayor, y después en su emplazamiento actual, afortunadamente hoy está restaurado como biblioteca. Los palacios del Cardenal Mendoza, hoy en día aparcamiento, aunque fue también sede del Banco de España y después colegio de EGB. El Palacio de Montesclaros que se construyó en 1719 pasó a ser Real Fábrica de Paños, en 1833 Academia de Ingenieros del Ejército, en 1924 un incendio lo destruyó parcialmente, y en 1967 se instaló en él el Archivo General Militar, desapareciendo el edifico principal.

En época reciente se han derrumbado construcciones de este periodo como consecuencia de las desamortizaciones de Godoy, Mendizabal, Espartero y Madoz a mediados del siglo XIX, desapareciendo en Guadalajara capital, numerosos palacios, monasterios e iglesias, como el Palacio de Miralrío en la plaza de Dávalos, semiderruido, el de los Vizcondes de Palazuelos en la plaza de San Esteban, hoy solo queda el solar, en esta plaza se encuentra cerrado y en venta el palacio de los Condes de Mediana, en la plaza contigua la Iglesia de San Esteban, que junto con la de San Gil, San Andrés y San Miguel se derrumbaron para facilitar la expansión urbanística de la ciudad. Lo mismo ocurrió con los conventos de los Paúles, Carmelitas de arriba, Hospital provincial de los Remedios, Casona de La Bastida-Beladiez, o sus puertas de Bejanque, torreones del Alamín y Alvar Fañez, restauradas lo que queda de ellas y las desaparecidas puertas de Santo Domingo, de San Antonio, del puente del río y el Torreón del Cristo de la Feria.

A lo largo de la provincia del patrimonio construido durante esta etapa, hoy en día derruido podemos comentar el convento de los regulares de San Agustin del que solo queda la iglesia en Albendiego, el de los benedictinos en Sopetrán. Los castillos de la Orden de Calatrava en Zorita, de la Riba de Santiuste en Sigüenza, de Palazuelos y su conjunto amurallado, el de Pelegrina, de Santiuste este en Corduente, de Galve de Sorbe, de Doña Urraca en Beleña, de Diempures en Cantalojas, de Inesque en Angón, de estos o no queda nada o lo que queda esta en mal estado. En estado ruinoso se encuentran también el Convento de la Concepción de Almonacid de Zorita, la Casa fuerte de la Bujeda en Traíd, el monasterio de Santa Ana en Tendilla, el de San Blas en Villaviciosa del Tajuña o el convento de San Antonio en Mondejar.

Por lo que respecta al patrimonio industrial tenemos que en proceso de restauración se encuentra la fábrica de paños de Brihuega, en situación de ruina tenemos las salinas de Imón, Olmeda de Jadraque y Almallá, todas de origen romano, pero las construcciones que se conservan son de este periodo.

El periodo comprendido desde 1789 a la actualidad es el llamado, Edad Contemporánea. En este espacio de tiempo se ha destruido más que se ha construido. Han desaparecido innumerables puentes y fuentes de las antiguas vías de comunicación, construidas en sillería de piedra. Son pocos los restos mal conservados de esta época, como la fuente del sotillo en Guadalajara, los puentes de Paredes de Sigüenza, La Cabrera o el del Congosto.

El patrimonio industrial desaparecido o en estado de derrumbe tenemos las resineras, La Cándida de Mazarete, La Avellaneda de Aguilar de Anguita, la de Corduente y la última que funcionó en Villanueva de Alcorón. También han desaparecido numerosos saltos de agua para producir luz como el de Mojares. La fábrica donde se elaboró el primer papel moneda de España entre Aragosa y La Cabrera. La fábrica de pasta de Mandayona también abandonada, como las fabricas de cementos de Espinosa de Henares y Matillas. La fábrica de harinas, los Dos Amigos en Humanes o la fábrica de la Luz en Cerezo.

Tras la invasión napoleónica Molina de Aragón sufrió el saqueo y la quema de más de 600 edificios con lo que quedó prácticamente devastada.

En la ciudad de Guadalajara han desaparecido o están en estado de ruina, construcciones levantadas en esta etapa como la fábrica de tubos la Pizarrita, la Hispano-Suiza, el cuartel de Globos, el Cuartel del Regimiento de Aeroestación , el Laboratorio de los Ingleses, el poblado de Villaflores, el Teatro Principal del Jardinillo, el Teatro Liceo y el Hospital Provincial de La Merced.

Otro gran pérdida patrimonial ha ocurrido con el abandono de pueblos durante los años 60 del siglo XX como, Bujalcayado,  Castellote, El Vado, La Vereda, Matallana, La Iruela, Hontanillas, las Cabezadas, Matas, Matillas la Vieja, Picazo, Querencia, Robredarcas, Romerosa, Sacedoncillo, Tobes, Torrecilla del Ducado, Torronteras, Valdelagua, Villacadima o Villaescusa de Palositos.

También cabe destacar el abandono de todas aquellas construcciones militares de la guerra civil, como búnkeres, trincheras, aeropuertos, nidos de ametralladoras o polvorines de uno y otro bando, que son parte importante de nuestra historia y tienen gran valor patrimonial.

Podemos concluir que como consecuencia de ser zona fronteriza a lo largo de la historia, ha estado expuesta a constantes invasiones, guerras, algaradas, pillajes, abandono de asentamientos, vuelta a repoblar. Que junto con la falta de planificación ha contribuido a que en la Lista Roja del Patrimonio que actualiza la asociación Hispania Nostra, Guadalajara cuente con 23 monumentos posibles de restaurar.

El prestigioso arquitecto Fernando Chueca Goitia puntualizó que la destrucción de la ciudad de los Mendoza ha sido una de las mas desventuradas que pueden darse en parte por mala planificación, solo la ciudad de Guadalajara dispuso de 52 palacios y 15 conventos y prácticamente no queda ninguno. Este ejemplo se puede hacer extensivo, en menor medida al resto de la provincia.

Considerando que el patrimonio forma parte de la cultura, de la que aprenden los ciudadanos y nos identifica con el entorno, deberíamos cuidarlo más, dar a conocer el desaparecido y aprender de la historia. Después de todo, al final es una cuestión económica, presupuestaria, en la que influyen tanto la coyuntura económica como las prioridades políticas. Llegados a este punto es difícil de entender, que mientras por los motivos que sean han desaparecido o derruido centenares de construcciones de distinta época. El Estado español en el año 2017 invierta medio millón de euros, 500.000 €, en habilitar un apartamento dentro del Palacio del Infantado al XIX Duque del Infantado, Íñigo de Arteaga y Martín. Máxime cuando a finales del siglo XIX, el XV Duque del Infantado se desentiende de la propiedad y pasa a ser gestionada por el Ayuntamiento de Guadalajara y el Ministerio de Guerra, (ha sido museo, colegio de huérfanos). La reconstrucción del mismo en 1961 fue asumida por el Estado.

Aunque si lo ponderamos con la gravedad del cambio climático o con la posibilidad acechante de una guerra nuclear, esto no es nada.

Politiquea

LMFF

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